Según Giancarlo Vial, gerente comercial de la compañía peruana Lulipa Lengerie, una cadena de franquicias dedicada al mundo de la lencería, el 80% de las ideas emprendedoras fracasan en el quinto año de existencia. Sin embargo, esta tasa de fracaso se reduce al 20% cuando se trata de una franquicia.

La tasa de fracaso es un indicador que nos muestra que montar una empresa es una tarea muy compleja que depende de muchos factores; no que nuestra idea de negocio tenga que ser mala y no llegue a funcionar.

No todos los motivos del fracaso están relacionados con la valía del emprendedor, si éste ha hecho bien su trabajo, o no. Simplemente, puede ser que el mercado no esté atravesando un buen momento, o que los gustos de los consumidores hayan cambiado en poco tiempo debido a alguna novedad o moda, o una gran cantidad de motivos.

Hay emprendedores que consiguen lo que desean después de fracasar con varios negocios y aprender mucho de sus errores. Sin embargo, algunos empresarios no pueden, ni están dispuestos a esperar tanto tiempo.

En estos casos, la franquicia es un sistema de negocio donde nos sumamos a una marca ya consolidada, con unos procedimientos de trabajo validados por el mercado y que están generando beneficios. Si lo que queremos es montar un negocio y tratar de ir sobre seguro, la forma de tener mayores probabilidades de evitar un sonoro fracaso es abrir una franquicia.

Fracasar con una idea de negocio no es necesariamente malo; muchos grandes éxitos han salido de grandes fracasos. Si no se intenta algo, es imposible conseguirlo. La cuestión para el emprendedor es plantearse cuáles son sus prioridades, cuál es el nivel de riesgo que está dispuesto a asumir.

El propio mercado ha ido regulando una excesiva dependencia de la financiación externa a la hora de emprender con una franquicia. No sólo hace falta hoy ya disponer del dinero, ni basta cualquier plan de negocio para conseguir que nuestra empresa triunfe bajo este modelo.

Uno de los riesgos con los que se puede encontrar el franquiciado es que, incluso habiendo reunido los requisitos para recibir financiación externa, no se cumplan las previsiones de la media de ingresos que esperaba obtener, por lo que llegado a cierto punto sus resultados empiecen a ser negativos.

La propia configuración de la franquicia como empresa permite al empresario proteger su capital personal para que no tenga que responder con su patrimonio debido a las deudas, a diferencia de lo que pasaría por ejemplo con un autónomo. No obstante, el coste de oportunidad y la pérdida de la inversión personal sí que pueden suponer un difícil varapalo.

¿Cuál es una de las claves para emprender una franquicia con más seguridad y menos riesgo? No depender excesivamente de la financiación externa, que hará subir los gastos de la empresa en intereses bancarios, y tratando de cerrar un plan donde se diversifiquen las fuentes de financiación.

Otra de las claves es no concentrarse sólo en los aspectos financieros, sino ser muy activos en la puesta en marcha del plan de marketing a fin de cumplir con las previsiones de ingresos determinadas en el plan de negocio.

No es solamente la marca de la franquicia lo que vende, sino la adecuación del establecimiento local a los valores y metodologías que la hicieron grande y que le pueden permitir obtener unos buenos resultados. Debe sacarse rendimiento a cada euro invertido.